Un primer tiempo notable del equipo de Madelón, momento en el que marcó los cuatro goles que le dieron una victoria holgada y merecida. Mauro Pittón fue la figura en un rendimiento individual sin fisuras ni puntos bajos. Fascendini le siguió en el cuadro de honor.
Todos los goles que debieron llegar antes, en esta racha de casi diez meses sin poder ganar de visitante, Unión se los guardó para un solo partido. El primer tiempo fue notable. Lo mejor de este año. Lejos de esperarlo a Instituto y de tratar de jugar con la urgencia de un equipo que defeccionaba como local, Unión salió a llevárselo por delante y lo logró. A los 17 minutos ya ganaba 3 a 0.
Mauro Pittón metió un “sablazo” desde afuera del área en el primero (había avisado antes con una volea que terminó en el córner).
Estigarribia tocó con delicadeza y jerarquía un pase de Palacios en un contragolpe letal en el segundo.
Mauricio Martínez aprovechó un horror defensivo en un córner desde la izquierda y definió desde adentro del área chica en el tercero. Y allí, con ese resultado ya holgado e inesperado apenas transcurrido el cuarto de hora, Unión empezaba a liquidar el partido.
A todo esto, Instituto estaba sorprendido, resistido desde las tribunas, insultado por su gente que tampoco podía creer lo que veía. Tuvo una reacción y arrimó peligro. Pero ahí apareció la otra faceta de Unión para cerrar el arco de Tagliamonte. Cada remate que iba al arco –por parte de Instituto- se estrellaba invariablemente en algún defensor que andaba por allí o, como pasó en una de las jugadas de peligro generadas por el local, en el poste de un arquero de Unión que no debía atajar porque esos remates no le llegaban al arco. O directamente se iban afuera.
Gran primer tiempo de Mauro Pittón. No solo por los dos goles, sino porque hizo todo bien, tanto en la contención como en el apoyo permanente a los de más arriba. Y además, llegando a posiciones de ataque de manera sorpresiva, como ocurrió en la jugada del cuarto gol, cuando parecía que la jugada iba a ser de fácil resolución para Moreyra, le picó, salió con velocidad porque el campo de juego estaba mojado (aunque en muy buen estado) y aprovechó con astucia Mauro Pittón para definir como si fuese un delantero y convertir el 4 a 0 lapidario de ese primer tiempo brillante de Unión desde el punto de vista del juego y de la potencia ofensiva, algo que se venía convirtiendo un un gran problema, pero que no lo fue en Alta Córdoba.
Lucas Rodríguez, Francis MacAllister y Jonás Acevedo a la cancha para intentar cambiar la suerte de un Instituto con demasiados problemas, goleado y sin precisión a la hora de aprovechar alguna de las aproximaciones que tuvo en ese primer tiempo en el que se despertó recién a los 20 minutos y cuando ya tenía tres “pepas” adentro.
Lejos de meterse atrás, Unión soportó un breve asedio de Instituto en el arranque mismo del complemento, pero enseguida se reacomodó y siguió yendo en búsqueda del arco de Roffo. Claro que ya el arco, a algunos, les quedó un poco lejos. Sin problemas en defensa, los minutos empezaron a convertirse en un tormento para un Instituto que se desesperaba, no tenía claridad y cometía errores por esas imprecisiones.
Pasado el cuarto de hora, Madelón sacó a uno que anduvo muy bien en el tiempo que jugó (Estigarribia) para que ingrese Gamba, tratando de aprovechar esos espacios que se abrían en el sector defensivo de un Instituto que seguía tan desesperado adentro de la cancha como le ocurría a la gente afuera.
Ya el partido había cambiado. Unión no era tan profundo como fue en el primer tiempo y trató de jugar un poco más con la pelota, al ritmo que imponían los dos volantes centrales. El despliegue no variaba, pero el ritmo no era el mismo. Se entendía. El partido estaba 4 a 0 y se debía –o se podía- jugar de otra manera.
El gran despliegue de Palacios provocó una nueva modificación. Entró Solari en los últimos 20 minutos, para jugar en esa posición en la que lo hizo tradicionalmente en su carrera, por el sector derecho. Y enseguida, Unión tuvo ese contragolpe que soñó Madelón con el ingreso de Gamba, porque el delantero quedó solo y remató alto, en la jugada más clara que tuvo el partido hasta ese momento.
Con Vargas y Del Blanco más propensos a sumarse al ataque, con Fascendini (muy buen trabajo) entendiéndose bien con Maizon Rodríguez (correcto debut, más allá de una “pifia” en el segundo tiempo), Unión no tenía zozobras defensivas. Pasada la media hora, Madelón reforzó el mediocampo con Profini en lugar de Mauricio Martínez (buen partido); Corvalán por Del Blanco (se fue dolorido y acalambrado) y Colazo por Tarragona. ¿Qué debía pasar?, que pasen los minutos y que Unión termine de consumar esa obra que había construido en el primer tiempo.
Quedaba una patada descalificadora de Alarcón en perjuicio de Solari que el VAR advirtió a Amiconi para que modifique la amarilla inicial y lo eche de la cancha. Se quedó con 10 cuando quedaban 6 minutos de tiempo reglamentario. Ganó Unión. Ganó, goleó y gustó. Las tres “G” tan difíciles de lograr en el fútbol.
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