El Tate hizo 25 minutos buenos, se puso en ventaja con una buena definición de cabeza de Colazo y volvió a ganar de visitante. Se “bancó” la arremetida de Newell’s con una figura estelar: su arquero. Hacía 23 años que Unión no ganaba en el Coloso.
Había que hablar con los hinchas de Newell’s para entender lo que había en juego. “Este equipo no tiene actitud ni aptitud”, decían. Y enseguida giraban la óptica de las críticas hacia una dirigencia desgastada y con escaso poder de respuesta. El fervor del hincha es imposible de detener. Y basta con ver la camiseta del club de sus amores en un campo de juego para resetear la ilusión y el apoyo.
Pero no caben dudas que esta situación crítica se convertía en un condicionante para el desarrollo del partido. ¿Cuál sería la postura de Newell’s?, ¿arrinconarlo a Unión desde el comienzo?, ¿y Uniòn?, ¿”especular” con un partido largo y que los minutos se conviertan en un aliado? Preguntas que el pitazo inicial de Espinoza empezaban a contestar.
Uniòn salió a plantear un partido de “toma y daca” desde el arranque. Sin esperar que el fastidio baje desde las tribunas o que el reloj le juegue a su favor. Fue más que Newell’s hasta el gol de Colazo, que se anticipó con mucho oportunismo para agacharse, cabecear la pelota luego del centro de Del Blanco y colocarla por encima de Espìnola, en el ángulo superior izquierdo de Espínola.
Esa primera media hora del primer tiempo, de Unión, fue buena. Sobre todo cuando Mauricio Martínez se hizo cargo de la pelota, la manejó con criterio y encontró respuesta es Palacios, los dos puntas y la subida de los laterales. Palavecino fue de mayor a menor, pero con el aporte del resto fue suficiente para que Unión asuma la iniciativa y justifique la victoria parcial en el momento en el que Colazo marcó el gol.
Newell’s reaccionó cuando empezaba a escucharse el fastidio de su gente. Lo hizo con pelotazos largos para un Carlos González muy seguro para aguantar la pelota, para trabajar bien de espaldas a los zagueros tatengues y para aparecer con peligro en un par de jugadas adentro del área. Era un empuje sin mucha claridad por parte de Newell’s, pero empuje al fin. Con algo de juego por afuera cuando subía Montero por el costado derecho o aparecía Russo por el izquerdo o la subida de Russo.
Unión aguantó bien en ese lapso final de recuperación de Newell’s. Fue el único momento en el que el equipo de Bernardi inclinó la cancha hacia el arco de Tagliamonte. Y entre las limitaciones propias y el orden del rival, el resultado no se modificó por más que el trámite se emparejó por esa mejor actitud que se vio del local en el cierre del primer tiempo.
La amonestación y la advertencia de Espinoza a Fascendini, hizo que Madelón resolviera dejarlo en el vestuario para el complemento, entrando Juan Pablo Ludueña en su reemplazo para evitar lo que podía ser una complicación si es que una nueva amarilla dejaba al equipo con 10.
Asì como Martínez fue el jugador criterioso y clave de Unión en el primer tiempo, Matías Tagliamonte lo fue en el segundo. Dos o tres atajadas clave del arquero tatengue cerraban el arco ante un Newell’s que intentaba pero que no tenía claridad ni ideas. Y cuando por allí se encontraba con alguna chance, aparecía la figura de Tagliamonte, valor clave en Unión.
Ya Madeón había incluido a Estigarriba por Tarragona primero y luego a Alvarez y a Fragapane por los dos volantes laterales para que el equipo recupere aire por los costados y pueda aguantar la pelota lo más lejos posible de Tagliamonte, más el ingreso final de Paz por un acalambrado Vargas.
Sin el fútbol que había tenido en el primer tiempo, pero sin perder el orden ni tampoco la tranquilidad, esencial para mantener la victoria parcial.
El partido se “rompió” en el final, Unión lo aguantaba y Newell’s empujaba sin claridad. Y cuando encontraba profundidad, enfrente había un escollo insalvable llamado Matías Tagliamonte. La pelota y el terreno eran del local y Unión se amontonaba atrás, formando un vallado insuperable para el rival que ya jugaba contra Unión, contra el reloj y contra sus propias limitaciones.
Unión lo ganó por lo que hizo en el arranque del partido. Lo ganó por la inteligencia de Colazo y su precisión para meter el cabezazo que se le coló a Espínola y lo dejó sin chances. Lo ganó por su orden defensivo y por el temple para aguantar cuando debió hacerlo. Y lo ganó porque en esta noche de Halloween, la brujería la hizo su arquero: Matías Tagliamonte.
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