El arquero, advertido que debía entrenar a contra-turno y distanciado del plantel, apareció después de la goleada y acusó “problema de organización del club”. El staff técnico le pidió que se retire: “En Colón no ataja más”.
Queda claro que, tal como ocurrió con varias situaciones extra-futbolísticas que acarician la vergüenza profesional de parte de determinados “jugadores” de fútbol (por llamarlos de alguna manera), Colón las podría haber evitado con un presidente presente, firme y con principio de autoridad. Sin dudas, después del fracaso deportivo total de esta gestión, no es justamente un ADN que defina a Víctor Francisco Godano en este nuevo paso por el sillón sabalero.
Comprar un jugador permanentemente lesionado en 350.000 dólares y hacerle tres años de contrato (Jorge Sanguina, paraguayo) y permitir que futbolistas “casualmente” se lesionen antes del fin de semana cuando deben trabajar con las piernas pero usan las manos para jugar al golf son apenas muestras sin botones. Está claro, desde los números, que esto que armaron (“es toda tuya, Ivancito”, le recordó Osella a Iván Moreno) es un auténtica obra maestra de terror, donde Minella, el “Pulga” y los pibes ponen la cara para que no todos los partidos terminen como el de Mitre en esa noche olvidable.
En medio del gran conventillo que es Colón, el tema Marcos Díaz es un ejemplo más de todo lo que podría haber evitado Colón con un presidente firme, presente y que genere la sensación de respeto. De entrada, con un plantel que acumula la mayor cantidad de lesionados de la historia en una sola temporada, Marcos Díaz fue uno más del “Camilla Gate”. Sin ir más lejos, antes de Jujuy se lesionaron Cristian García, Christian Bernardi y Joel Soñora. Ya no hay que buscar culpas en nutricionistas, kinesiólogos, PF, médicos y curanderos. Se vivieron lesionando de todas las maneras y de todos los colores. Muchos de ellos no tienen dignidad ni son dignos de vestir esta grandiosa camiseta.
Como se sabe, por distintas razones, Marcos Díaz “se bajó” de aquél viaje para jugar con Chaco For Ever. De un lado se dice que no se bancó ser suplente; del otro se dice que el DT “se manejó mal y comunicó mal la decisión”. Lo que está claro es que le pagan para entrenar, viajar y estar a disposición. Salvo que el contrato diga que “fue contratado para ser titular todos los partidos” (con Moreno todo es posible).
En ese primer punto de quiebre estaba claro que había que “cortar por lo sano” de parte de los dirigentes; no lo hicieron (como en casi todos los incumplimientos profesionales) y el conflicto siguió escalando. Hasta que Martín Minella, a los diez segundos de confirmado “hasta el final” (receta que con Yllana no funcionó de parte del presidente en otro acto fallido), puso la cara que no pusieron los dirigentes: “No te voy a tener en cuenta en el plantel; todo lo otro arreglá con la CD”. Una mezcla de horrores futbolísticos y problemas de manejo se la dejaron servida en bandeja al DT-hincha.
En ese punto, llegó otra chance (parte 2) para evitar el escándalo: acordar económicamente para rescindir el contrato, darse la mano y sacar la manzana del cajón. Marcos Díaz, en lo único que veo a favor del “1”, fue citado tres veces “para hablar y arreglar una posible salida”, pero los dirigentes lo dejaron plantado. ¿La sospecha del motivo?…para rescindir un contrato seis meses antes y con todos los mercados cerrados, hay que tener una sola cosa: plata en la mano. Ese aspecto, el económico, con Colón casi sin chances deportivas, sin ingresos importantes y con obligaciones hasta diciembre, es el que acelera las hélices del helicóptero sancarlino.
Todo el mundo sabía, del predio sabalero para adentro, que tener a Marcos Díaz corriendo solo con un empleado y sin arreglar la salida, era una bomba de tiempo. Esa bomba explotó el lunes, cuando el plantel volvió dolido de Jujuy con el 4-0 y la primera cara que vieron fue la de Marcos Díaz. Entonces, esa bomba que Godano debió desactivar al otro día de Chaco For Ever, estalló por los aires en el predio del campeón ciudadano.
Por pedido de todos (no le perdonan al veterano arquero que en la interna “jugó” a favor de Yllana), bajó un colaborador de Martín Minella y le pidió que se retire del predio. El contraataque del “1” fue letal: pidió pistas de TV nacional en TyC Sports para destrozar públicamente al DT-hincha que se puso al frente de un equipo arruinado en todo sentido (físico, futbolístico, anímico, matemático).
“Hoy estoy apartado del plantel, sigo siendo jugador de Colón, pero no soy parte del plantel por un capricho o un pase de factura del técnico (Martín Minella). No se manejó de la mejor manera mi situación, se me hizo responsable de la pérdida del partido con Mitre y después de lo que pasó en ese partido estaba mal anímicamente. Siendo hincha no me gusto lo que pasó y lo que viví y que se me siga haciendo responsable de las derrotas”, fue la primera granada.
“No me gustó como se manejó el técnico, le hablé a la dirigencia y le dije que no estaba bien, y se tomó la decision de que no viaje a Chaco. Lo hablé con mis compañeros y ellos no compartieron mi decisión de no viajar, porque querían que vaya y que esté con el plantel. Pero les expliqué que quería pensar en mí y que no iba a sumar al grupo porque la verdad es que no estaba bien anímicamente”, fue la segunda.
“Eso no le gustó al técnico, pero después me pidió disculpas porque reconoció que no se manejó bien. Y yo también pedí disculpas y pensé que a partir de ese momento se iba a hacer borrón y cuenta nueva, como que todo estaba bien. Uno entiende el enojo de la gente pero como hincha me pegó duro lo que viví y el apoyo que necesitaba del DT no lo tuve”.
Lejos de desactivar la bomba, “al decir de Marcos Díaz” (se remarca para que sea lea bien) de manera textual: “Los dirigentes sí me entendieron y avalaron mi decisión de no viajar”. La decisión, de ser así, no sorprende; en Colón da todo lo mismo: jugar o no jugar; entrenar o no entrenar; jugar fútbol o jugar golf. Por eso Colón está donde está. Si es así, no sólo que no respaldaron a Minella en el caso Marcos Díaz sino que premiaron una irresponsabilidad profesional más. Total, al sueldo lo paga Dios.
Un jugador casi cojo comprado en cifras obscenas, un jugador que no juega al fútbol pero juega al golf, un entrenador (Yllana) que se ríe en la cara mandando a un utilero “a patear centros” en el medio de una práctica, un arquero separado que después de un 4-0 aparece como si nada donde está un plantel que no lo quiere ni ver, jugadores que se lesionan, refuerzos que no refuerzan (algunos ni debutan) y un equipo que en los números va camino a uno de los peores de toda la historia. Estamos en agosto. Llega a diciembre asoma tan lejano como subir en escalera a la luna. En el medio, Colón se desangra. Y todos, absolutamente todos, se cagan en Colón.
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